It´s that thing that explorers love to do. which is to just get as far away from humanity as they can.
In a way, ironically, it puts you more in touch with your own humanity.
Mike deGruy hablando sobre Sylvia Earle en Missión Blue (2014).
— Allá se ve una, vi cómo expulsó el aire.
— Son varias, es un cortejo.
Conversación personal con el capitán “El Chilango”.
El miedo y la migración de las ballenas o sobre el proyecto “Habla todo lo que quieras”
“Quise enfrentarme al miedo, directa y profundamente, nada más para entender que te puedes morir intentándolo, que habita en un lugar imposible de acceder, a menos que te atrape y ya no vuelvas. Lo que sí se puede es girar, alrededor, avanzar en espiral, surfearlo en el punto exacto como a las olas.”
Hace 55 millones de años, los cetáceos primitivos comenzaron un peculiar proceso de evolución, pasaron de la vida sobre el ambiente terrestre a la inmersión dentro del mundo acuático; del tamaño de un actual gato doméstico al de una grandeza imposible de domesticar: convertirse en la criatura de mayor tamaño y peso en la historia del planeta tierra. Un proceso de adaptación seguramente iniciado para huir de quienes las hacían presa, la utilización del mar como refugio — paraíso — , donde las actuales ballenas no tienen depredadores naturales. Ellas son la herencia de la ejecución natural de una estrategia de autopreservación tan perfecta, que actualmente son incapaces de vivir sobre la tierra, incapaces de regresar al peligro ¿Sentir miedo?
Donald Schön usa el término “perspectiva inmanente” para referirse a la investigación que no contempla separación alguna entre “el investigador” y “la práctica artística”. Schön señala en esta ausencia un componente esencial del proceso y los resultados de la investigación en las artes. Yo por ejemplo, he vivido toda mi vida lejos del mar, de niña lo visitaba una vez al año, hacía contacto con él solo en la orilla, antes de que olas llegaran a pasar por encima de mi cabeza. No se me permitía ir más allá, aventurarme. Tal experiencia hizo que añadiera al mar en la lista de asuntos a los que les temía, parecía que tenía razones contundentes para temerle: es inmenso, profundo, oscuro y la mayor parte del tiempo, frío. Hice de ello, y de mi propia historia, el objeto del proyecto “Miedo”. Como lo inmanente, el miedo del que hablo no era resultado de mi relación con el mar, sino la causa, un asunto profundo que se manifestó así: en distancia y parálisis. Esta fue la metáfora del verdadero fenómeno detrás del ejercicio de no pasar nunca, de no atravesar más allá de dónde las olas cubrían mi cabeza. Estoy hablando ahora de lo que se me permitió y no, y del miedo como dispositivo dentro de los sistemas de subordinación. En mi investigación, como en mi experiencia, lo que me toca y toco, es el particular sistema de sometimiento que tiene que ver con comprensiones rígidas sobre lo femenino y lo masculino. Para mí, la investigación en las artes es un proceso que te permite ponerte en contacto íntimo contigo misma(o) — conceptualizar esa gozosa trampa, en la que no podemos separarnos de nuestro deseo, nuestra herida — mientras se devela un tipo de comprensión sobre tu experiencia y el mundo, un conocimiento que aspire a realizar una contribución intencionada, original en el sentido en que nadie más podría producirla, en que todas y todos tenemos el potencial para hacerlo dado que tenemos una experiencia — vida — : una serie de conchas sobre nuestra playa, para recolectar, abrir sistemáticamente, organizar, ordenar, documentar y difundir a través de herramientas poéticas y según la naturaleza de los hallazgos. La cualidad, o al menos el anhelo, de la adaptación a un hábitat más vivible, como una noción ampliada sobre lo femenino y lo masculino, aunque este hábitat nos sea desconocido.
Creí que “Habla todo lo que quieras”, había comenzado en el núcleo de la domesticación, pero conforme fue avanzando el proyecto me percaté de que eso hubiera sido imposible, nada podría nacer dentro de un fenómeno que no es más que el recorrido hacia la muerte, aunque no siempre la incluya. Este asunto nació de la CONCIENCIA, de la lengua, en los términos en los que la entiende Hanna Arendt al decir que “Puede ser una actividad que <> a los hombres contra el mal, la misma palabra con-ciencia, apunta en esa dirección, en la medida en que significa << conocer conmigo y por mí mismo >>” , en un tipo de conocimiento que se actualiza en cada proceso de pensamiento, que se ocupa de los objetos ausentes (ocultos). Esto tiene que ver con el proceso de la investigación, con un recorrido o una migración. En el reino animal las migraciones suelen estar vinculadas a los ciclos de vida: en un lugar se nace y en otro se muere, pero los seres humanos “aunque hemos de morir, no estamos aquí para eso, sino para comenzar” mantiene Arendt, en mi forma de entenderlo, aunque hemos de morir, estamos aquí para la vida: una migración poética. Las ballenas, por ejemplo, migran cada año entre la alimentación y el alumbramiento. En un sitio se abastecen, mientras que en el otro se aparean o alumbran, siempre hay un camino que recorrer entre ambas actividades, ni uno ni otro proceso puede ejecutarse con éxito sin ese tránsito. Pero hay una ballena que ha añadido otro propósito a una de sus migraciones, la ballena boreal, que es además la más longeva de los cetáceos, viaja cada año a Cumberland Sound para mudar de piel. Este proceso se realiza a través de un ritual que implica una combinación entre métodos y contexto, en estas aguas templadas las ballenas danzan en círculos, impactan su cuerpo fuertemente contra las rocas y nadan las unas violentamente contra las otras. Se devela la nueva piel, se conoce y se muestra ante las otras.
El proceso de la investigación del proyecto implicó al menos tres tipos de métodos: (1) los que tienen que ver las prácticas de investigación tradicional, en cuyo marco conceptual utilizo a Borgdoff, Arendt, Butler y Preciado, y la realización de una bitácora de trabajo (notas, mapas conceptuales, bocetos, etc); (2) los que tienen que ver con el procesos de transformación personal: las relaciones afectivas, el diván y el acercamiento al mar y (3) los que tienen que ver con las prácticas artísticas: la escritura, la fotografía, la selección de objetos, el video y la performance; el espacio donde acontece el diálogo entre los anteriores es el proyecto mismo y yo misma, la sistematización del material físico y simbólico a partir de la pregunta por un lenguaje poético personal: la migración entre la naturaleza domesticada y la naturaleza silvestre, mi cuerpo. Cada apartado implica al anterior y al siguiente, todos se implican simultáneamente, junto con el contexto, para mudar completamente de piel no podría omitir mi historia de vida y todo lo que está implicado en ella (geográfica, histórica, culturalmente), alrededor de ese sistema al que atravieso y me atraviesa dentro este proyecto: el género y su relación con la violencia (sexualidad, identidad, goce); ni el lugar en el arte desde y hacia donde hablo.
Mi conocimiento sobre el mar y el miedo eran tan pocos. Uno de esos primeros días de enfrentarme a él me detuve un momento antes de entrar al agua, las filosas piedras esperaban las plantas de mis pies, pasivas y puntiagudas, como el terror que por dentro me cargaba. A lo lejos observé una serie de figuras que hacían alboroto en el agua.
— ¿Qué es eso?
— Son ballenas, a veces se acercan mucho a la playa.
La teoría tradicional de la evolución de los cetáceos sostenía que estaban relacionados con los mesoniquios, una criatura similar a los lobos, con inusuales dientes triangulares, como los de las ballenas. Fue hasta 1990, que el avance de los experimentos con el ADN indicó que las ballenas debían incluirse entre los artiodáctilos, los cuales, también tenían los dientes triangulares y puntiagudos. “Miedo” estaba descrito originalmente como un proyecto de escritura, experimentación sonora y arte de performance a través del uso de objetos físicos utilizados como instrumentos de violencia en mi vida, cuya indagación conceptual residía en las relaciones de poder y dominación dentro de la violencia de género en mi vida. Con los años de psicoanálisis, pensé que me sería sencillo, pero en realidad fue como meterme al mar sin considerar que hay seres vivos dentro de esa masa que luce a la distancia como oscura y uniforme, o que si un animal se parece a otro seguro están emparentados, porque su apariencia lo sugiere. Yo había registrado una relación entre la violencia y el ruido, porque el ruido me despertaba, fue en el primer análisis profundo que comprendí que era el silencio el que no me dejaba volver a conciliar el sueño — descansar —, que no eran los objetos físicos de los que yo quería hablar, ni los sonidos de los golpes con los que yo quería experimentar, sino con los que estaban detrás, orquestando esas escenas, impactando, con lo ausente ¿y eso, cómo se hace sonar?
Melissa García Aguirre